
MODUS VIVENDI: Sophie Calle y Paul Auster en concierto
Sientes la brisa de finales de mayo en el cuerpo mientras caminas por Barcelona, Ramblas abajo hacia el Palau de la Virreina para ver la exposición Modus Vivendi de Sophie Calle. Las ideas estallan en tu cabeza: el doble, el performer, el actor, el escritor, pero todo ello para ti tiene un denominador común: Auster/Calle. No recuerdas haber leído en internet que haya nada expuesto sobre la estrecha y entrañable relación entre el escritor neoyorkino y la conceptualista francesa, pero en el fondo de tu ser quieres creer que encontrarás algo sobre la obra en común pues la relación entre ellos es realmente extraordinaria.
Barcelona es una fiesta de sonidos, colores, olores, razas y culturas y te dices que ya no es tan diferente de París, de Berlín, Madrid o New York. La Gran Manzana y Paul Auster, la Tour Eiffel y Sophie Calle. Hay autores que amalgaman su forma de vivir y su obra, su biografía y su arte. Estos artistas existen en una especial relación con “el otro” y no pueden dejar de habitar su entorno ni de relacionarse con las personas que los rodean; llámense éstos doppelgängers, dobles, o simplemente “los otros”. Y es que el fantasma del doble siempre ha acechado la literatura y la mitología occidental desde el mito griego de Narciso, pasando por tantos dobles como el Wakefield de Hawthorne, los célebres Dr. Jekyll y Mr Hyde o los dobles góticos de Lord Byron, culminando con la obra postmodernista de muchos autores, entre ellos, Paul Auster y Sophie Calle.
Has leído la introducción de Agustin Pérez Rubio, comisario de la exposición de Calle que dice que ésta se caracteriza por la naturaleza retrospectiva de una obra, que aunque creada en primera persona, tiene siempre implícita su relación con el otro, con los otros y que su búsqueda de la belleza y del arte no se entendería sin una estrecha relación con los de fuera, los espectadores que muchas veces son mucho más que tan sólo éso.
Te das cuenta que tú también – mientras piensas – te estás dirigiendo a ti misma como si fueras otra: te hablas y te contestas. Tal vez lo hagamos todos y desde que Freud desvelara su teoría del psicoanálisis asumimos que el lector/actor percibe todos los acontecimientos externos a través de la perspectiva del protagonista como meras proyecciones de la psiquis del personaje o del autor. Y autores somos todos, desde que perpetuamente nos contamos nuestra propia historia. ¿O no?
La búsqueda de la identidad ha sido crucial para el artista postmoderno, y en este sentido Paul Auster y Sophie Calle son emblemáticos. En una entrevista para The Guardian y explicando lo que él siente cuando crea un personaje recuerdas que Auster comentó: “es cuestión de habitar el personaje como un actor habita su papel. Es como oír la música en tu cabeza e intentar escribirla en la página.” La obra principal de Sophie Calle es performativa y por lo tanto su forma de plasmarla es habitando un personaje, un personaje que no es tan solo ella sino uno de sus muchos yo.
Subes las escaleras del Palau y entras en la exposición sin dejar de asombrarte con la perspectiva de visitar tantas salas dedicadas a la obra de Sophie Calle, desde 1986 hasta 2013: Los Ciegos, 1986; La última Imagen, 2010; Ver el Mar, 2011; Autobiografías, 1988-2013 y muchas más hasta completar 18 salas.
Las recorres todas y te asombras una vez más y si cabe más profundamente. Sin embargo, nada encuentras sobre la temprana colaboración que tuvo Sophie Calle con Paul Auster y que probablemente comenzó años antes de los que figuran en las fechas de las obras publicadas: Leviathan, de Paul Auster en 1992 y Double Game, de Sophie Calle en 1999. Es entonces que te das cuenta que durante todos esos años los dos artistas han estado jugando su doble juego como se titula el libro Sophie Calle o mejor dicho múltiples juegos, como tú sabes que han estado jugando. Y te preguntas si por ello se llama Sophie uno de los más emblemáticos personajes de Auster y hasta su propia hija.
Ghosts / Leviathan
Double Game
Probablemente todo empezara en la década de los 80. Sophie Calle – así lo cuenta en su libro – dedicaba tiempo, entre muchos otros proyectos, a seguir a personas aleatorias para satisfacer su curiosidad (El Detective). Al llegar a su casa por la noche, Sophie escribía notas sobre lo experimentado durante el día. En abril de 1981 aún fue más lejos y le pidió a su madre que contratara a un detective para que la siguiera a ella y anotara todo lo que ella hacía mientras seguía a su vez a la tercera persona elegida. De esta forma sabría cómo se veía ella como detective por un detective profesional.
En otra ocasión su proyecto fue trabajar como stripper (El Striptease) y que un amigo la fotografiara mientras hacia su striptease en una sala pública, no para mostrar las fotos a nadie sino para verse ella misma – para verse como la veían los otros – para verse como “la otra”.
Es muy probable que Paul Auster siguiera su trayectoria con interés pues en 1987 uno de sus personajes en Ghosts (Fantasmas) hace algo muy parecido. Azul es contratado por Blanco para seguir a Negro y anotar cada día en un libro todo lo que Negro hace. Para ello, Azul alquila un piso en frente del de Negro al cual puede vigilar desde su ventana a través de la calle Orange. Resulta que Negro pasa las horas escribiendo en un libro frente a su ventana, por lo que Azul hace lo mismo: observa a Negro y escribe en un libro frente a su propia ventana. La imagen es la del otro en el espejo, o la del doble y no difiere en nada en lo que Calle hacía en 1981, máxime cuando Azul descubre que Blanco y Negro son la misma persona. Es decir, lo había contratado para que lo siguiera y le informara sobre sí mismo.
Años más tarde, en 1992, cuando Paul Auster escribe Leviathan le pide permiso a Sophie Calle para utilizar pasajes de su vida y dar vida a un personaje que llamó María Turner. Calle concede el permiso y es así que en los créditos de la novela Auster escribe: el autor agradece especialmente a Sophie Calle por permitir que mezclara realidad con ficción.
Paul Auster no sólo reproduce casi exactamente varios pasajes y acciones performáticas de la vida de Sophie Calle como si fueran de María Turner, sino que además inventa para María algunas otras excentricidades como la de una dieta cromática para cada día de la semana o la de vivir bajo una letra del alfabeto durante todo un día completo efectuando únicamente acciones que comenzaran por dicha letra.
Cuando Sophie Calle lee Leviathan decide primero corregir en rojo los pasajes que no coinciden exactamente con su vida y luego hacer suyas las nuevas acciones inventadas por Auster para María para que ahora fueran también de Sophie. Es así que vuelve a realizar estas acciones en París y a recogerlas en el libro que llamó Double Game o Doble Juego..
En su libro Sophie Calle incluye sus correcciones a bolígrafo rojo sobre las páginas de Leviathan..
A su vez relata cómo realizó la dieta cromática inventada para María por Auster o los días vividos bajo una única letra del alfabeto – los únicos dos proyectos que no eran originariamente suyos. De esta manera Sophie no solo re-escribe la obra de Auster sino que lo involucra más profundamente en su propia obra, pues le pide permiso a Auster para esta vez: mezclar la ficción con la realidad.
Dieta Cromática para el lunes y el martes:
Ya que Auster le había dado libre el domingo a María, Sophie inventó su propia dieta cromática para ese día combinando todos los colores.
Al acabar toda esta serie de nuevas acciones performáticas, Calle decide dar un paso más lejos y como explica en el tercer capítulo de Double Game:
Una de las muchas formas de mezclar la realidad con la ficción, o cómo intentar convertirse en un personaje de novela será el siguiente: ya que en Leviathan Auster utilizó mi Yo como tema, imaginé cambiar los papeles y tomarlo a él como autor de mis acciones. Le pedí que inventara un personaje ficticio al cual yo intentaría asemejarme en mi vida real. Estaba de hecho invitando a Paul Auster a hacer conmigo lo que quisiera por un período de hasta un año. Auster objetó que él no podía hacerse responsable de lo que me pudiera suceder cuando actuara según su guión. Prefirió enviarme unas “Instrucciones Personales para SC para Mejorar la Vida en New York City (porque ella me lo solicitó…)” Yo seguí sus instrucciones y este proyecto se titula Gotham Handbook.
Para cumplir con las instrucciones Sophie Calle eligió una cabina telefónica en New York, la adecentó, le puso flores y colgó carteles animando a los peatones a interactuar con ella y durante un mes entero fue tomando notas de todos estos intercambios con neoyorkinos, indigentes, turistas o cualquiera que quisiera intervenir. Se sentó en una silla delante de la cabina durante todo un mes y escribió sus conclusiones en Gotham Handbook, el cual también recoge en Double Game.
Vuelves a detenerte mentalmente en la increíble conexión entre los dos artistas mientras recorres las salas según indica el folleto del Palau de la Virreina, desde la 1 hasta la 18 y sin embargo, sigues sin encontrar ni un solo vestigio de su obra en ninguna de las salas, ni tan siquiera en el largo reportaje filmado, pero no puedes dejar de sentir que allí, implícito en todo lo que ves, está Paul Auster, tímidamente escondido, como suele aparecerse a los demás.
Recuerdas que ciertos autores describen la obra conceptual de Maria/Calle como “autoficción”; una especie de práctica artística donde los implicados crean personalidades o identidades para ellos mismos sin por ello perder la propia. De alguna manera crean conscientemente al “otro” y lo dramatizan para como en el caso de Calle y de Blanco/Negro (personajes de Ghosts) observarse a sí mismos o pagar para ser observados. De esta forma creador, actor y espectador se funden en uno – en este caso en el artista total. .
También te das cuenta que – si como crees firmemente – la obra y la vida de Paul Auster pueden considerarse dos lados de la misma banda de Moebius, al editar Leviathan con sus correcciones en rojo y sus extensiones de las acciones de María, Calle no solo re-escribe la obra de Auster sino que también se transforma en coautora de su vida. Entre los dos artistas hay una relación que borra los límites entre realidad y ficción hasta el punto de cuestionar la autoficción y la propia autoría.
Crees recordar que fue Evija Trofimova que escribió que Baudrillard opina que seguir los pasos de alguien, aún en el caso de no informar a nadie sobre sus actividades, es en sí misma una agresión, comparada con la cual hasta el asesinato puede considerarse una sutileza; pues seguir los pasos de alguien es una forma de borrar sus huellas, y nadie puede vivir sin dejar siquiera un rastro. En este sentido tanto Auster como Calle son asesinos postmodernos y poderosos destructores en su búsqueda de identidad. No obstante, sabes que primero hay que destruir para volver a crear. Cuando Calle invade las páginas de Leviathan y borra algunas de sus líneas y las remplaza por otras, está borrando las huellas de Paul Auster. Muy probablemente el comentario de Baudrillard sobre la habilidad de Calle para robar esas huellas después de haberse perdido en ellas es relevante para describir el devenir de los distintos destinos de las búsquedas emprendidas por los pseudo-detectives de Auster y los acosadores de Calle.
Los proyectos artísticos muchas veces se basan en actos que surgen accidental o casualmente – Paul Auster es un maestro en el tema – y te dices que es muy probable que tanto el escritor americano como la conceptualista francesa permitan que sus prácticas creativas dancen a la música de esta misma realidad estética. Calle, artista conceptual, deja que la vida con sus giros inesperados marque el camino de su creación artística y Auster reiteradamente se refiere al azar como lo inefable que determina tanto su vida como su obra. Entonces no puedes evitar pensar en que Jorge Luis Borges ya había escrito que probablemente nos rodee un secreto cosmos y no un laberinto, que hayamos perdido el hilo de la fábula que nos salve de ese caos azaroso y que tan solo nos quede el hermoso deber de creer que hay un laberinto y un hilo en alguna parte, que tal vez solo encontremos en un acto de fe.
Con ese acto de fe en mente sales del Palau de la Virreina segura de que en la próxima exposición de Sophie Calle te encontrarás con Paul Auster y volverás a oírle hablar sobre la música del azar pero esta vez en concierto con Sophie.
