En estos extrañamente cálidos días de febrero de 2016, en tierras tarraconenses, se me entrecruzan dos hechos que se complementan y que, paradójicamente, también se anulan. Bien es verdad que uno se emplaza en una dimensión temporal y el otro en una dimensión espacial, o tal vez deberíamos especięcar que el segundo es un espacio donde el tiempo se ha detenido. Sin más dilación comenzaré por referirme a este último: el pueblo viejo de Corbera d’Ebre donde acaba de celebrarse la IV Biennal d’Art Poble Vell Corbera D’Ebre, Drets Humans.
El Pueblo Viejo de Corbera d’Ebre hoy en ruinas.
Recorrer las ruinas del Pueblo Viejo de Corbera d’Ebre sobre el lomo del Muntera nos traslada a la Batalla del Ebro y al ruido de las bombas y de la metralla que, en los ciento quince días de barbarie que duró el exterminio, terminaron por destruir todo atisbo de vida en sus calles y plazas, en su mercado y en el alma colectiva. Más tarde, poco a poco, se fue construyendo otro pueblo más abajo, a ambos lados de la carretera, y el viejo quedó como símbolo de lo que no debiera repetirse nunca más. En 1992, sin embargo, el pueblo viejo cobró vida, sin que sus ruinas se reconstruyeran; fue declarado Bien de Interés Cultural como lugar histórico y con el tiempo considerado símbolo de paz y reĚexión sobre la convivencia entre los pueblos.
Corbera d’Ebre antes de la Guerra Civil Española
Este año, coincidiendo con el 20 aniversario del emplazamiento en sus calles del Abecedario de la Libertad por un grupo de artistas plásticos, al cual dos años más tarde poetas y escritores agregaron palabras, ciento veinte obras realizadas por cuarenta artistas conformaron la IV Biennal d’Art. Estas obras representan diversas maneras de entender el arte y quieren reĚexionar sobre los problemas que acosan hoy en día a la sociedad, teniendo en mente la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, en especial los siguientes artículos:
Artículo 19
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de las opiniones y el de investigar y recibir o difundir informaciones e ideas por cualquier medio y sin consideración de fronteras.
Artículo 27
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso cientíęco que resulten.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales derivados de las producciones cientíęcas, literarias o artísticas de que sea autora.
Dejaremos en suspenso la Biennal y el Poble Vell para cambiar de dimensión y viajar exactamente cien años atrás en nuestro tiempo convencional hasta Zurich donde el 1 de febrero de 1916 se inauguró el Cabaret Voltaire bajo el auspicio de Hugo Ball y su mujer Emmy Hennings. Es interesante en este momento hacer un llamamiento: no debería dejarse en el olvido generalizado, al que se ve
relegadas las mujeres que siendo punteras en todo movimiento artístico, nunca han estado presentes en la memoria colectiva.
Recordemos pues a Emmy Hennings la cual no sólo fue mujer de Hugo Ball ni fundadora del célebre Cabaret Voltaire, sino escritora, bailarina, titiritera (sí, ya daban guerra los titiriteros en 1916) y artista iconoclasta quien ya colaboraba en publicaciones anarquistas mucho antes de pertenecer al Dada. Tampoco olvidemos a tantas otras excelentes artistas como Sophie Taeuber – mujer de Jean Arp; Beatriz Wood, llamada por los aventajados en el tema “Mama of Dada;” Mina Loy que ya trabajaba con basura recogida en las calles de Manhattan a principios de siglo; Clara Tice que organizó la primera exposición independiente de arte junto con la Society of Independent Artists y batalló contra la censura de la Society for the Suppression of Vice; y también a Suzanne Duchamp, hermana de Marcel, que quedó a la sombra de su hermano, y más aún a la sombra de Duchamp, la Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven de la cual se ha comprobado que fue la verdadera creadora de la pieza Fountain que Marcel Duchamp presentó a concurso en 1917 en la exposición de la Sociedad de Artistas Independientes bajo el nombre de R.Mutt y que fue ęnalmente rechazada. O sea, el famoso urinario que cambió la concepción del arte en el siglo XX, fue obra de la Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven.
La Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven en performance
El pasado noviembre en Art Newspaper un artículo, a todas luces muy bien documentado y contrastado, aęrma que Duchamp escribió a su hermana Suzanne dos días antes que se rechazara Fountain en la exposición arriba mencionada, diciéndole: “una de mis amigas bajo el pseudónim
masculino Richard Mutt, me envió un urinario de porcelana como escultura.” Décadas más tarde, al principio de los sesenta, Marcel Duchamp, con el afán de restablecer su posición como artista, comenzó a reclamar la autoría de Fountain. Sin embargo, el artículo aęrma que Marcel Duchamp cometió un error al asegurar que lo compró a un proveedor que nunca vendió este modelo, lo que desacreditaría su autoría, al igual que la carta escrita a su hermana. A lo largo de la historia de la humanidad y del arte es obvio que la mujer ha sufrido un relegamiento sistemático, para no hablar de ocultamiento de su obra, y aunque es un tema de estudio muy serio que merece muchas más páginas, no queríamos dejar de acariciarlo aquí al menos durante unos párrafos.
Estábamos en febrero de 1916 en Zurich donde Tristan Tzara, Jean Arp, Marcel Janko, Hans Richter y Richard Huelsenbeck y un número ingente de mujeres maravillosas dieron por inaugurado el movimiento Dada que cuestionó el arte, la literatura y la poesía. Este movimiento, al estar contra la belleza eterna, la eternidad de los principios y de la lógica, contra la inmovilidad del pensamiento pretendió promover la libertad del individuo, la espontaneidad, lo inmediato y lo aleatorio.
Al comenzar estas líneas me declaré sorprendida por dos hechos que paradójicamente se complementaban y se anulaban. Y es que ambos hechos están marcados por dos terribles guerras. El movimiento Dada surgió por la conjunción en Zurich de representantes de diversas escuelas artísticas (el expresionismo alemán, el futurismo italiano y el cubismo francés, por ejemplo) y todos juntos llegaron a cuestionar el concepto del arte de antes de la Primera Guerra Mundial. El movimiento de Arte de Corbera d’Ebre tiene como entorno el recuerdo terrible de la Guerra Civil Española. La IV Biennal d’Art se apoya en la Declaración de Derechos Humanos para defender la libertad del Individuo, y por el contrario, el movimiento Dada se opone a toda ley y a todo precepto dentro y fuera del arte para lograr el mismo en.
Jean Arp por ejemplo, realizó relieves, collages y bordados donde combina las técnicas del automatismo y las imágenes oníricas, desarrollando una iconografía muy personal de formas orgánicas que él mismo llamó escultura biomórĘca. Un día, al mirar un dibujo que había roto en muchos pedacitos y tirado al suelo porque no le gustaba, se dio cuenta de que la disposición que les había dado la caída reĚejaba mucho mejor la novedad plástica que trataba de obtener. Reunió los fragmentos y los pegó, yuxtaponiéndolos en la forma que dictaba la casualidad. Más tarde parece que David Bowie utilizó el mismo sistema para componer muchas de sus canciones.
Max Ernst, junto con Baargeld, organizaron una exposición que obligaba al público a pasar entre unos urinarios, mientras una niña vestida para primera comunión recitaba poemas obscenos. En medio de la sala se levantaba un gran bloque de madera que sostenía un hacha enganchada por una cadena y se invitaba al público a que destruyera aquel bloque a hachazos. En las paredes colgaban collages de diversos artistas cuyo contenido provocaba malestar entre los espectadores. La exposición fue prohibida.
La Primera Guerra Mundial también llevó a Nueva York a grupos de artistas refugiados como Duchamp o Picabia, que junto con los americanos como Man Ray dieron vida al Dada neoyorquino.
La principal aportación de Marcel Duchamp es el ready-made, que consiste en sacar un objeto de su contexto para situarlo en el ámbito de lo artístico. Sólo con el hecho de titularlos y ęrmarlos confería a los objetos la categoría de obra de arte. En 1913 concibió una obra a partir de una rueda de bicicleta colocada sobre un taburete de cocina. En 1916 presentó el urinario de loza puesto al revés, del que ya hablamos y que tituló Fountain.
Man Ray realizó un conjunto de obras que llamó “objetos de mi afecto”. Entre ellas está Cadeau, que consiste en una plancha de cuya base salen algunos clavos, o la obra llamada. La puericultura II, que es una base cilíndrica de bronce en cuya parte superior sobresale una mano color verde.
El movimiento Dada construye el ambiente propicio para que surjan otras grandes corrientes, como el Surrealismo, y propone una nueva deęnición del arte rompiendo con los esquemas tradicionales e integrando objetos del entorno cotidiano dentro de los medios de expresión plásticos.
La IV Biennal d’Art de Corbera d’Ebre, representada por esas ciento veinte formas distintas de hacer arte, nos quiere demostrar que hay leyes como la Declaración de Derechos Humanos que pretenden salvaguardar las libertades de expresión y opinión mediante formas culturales y artísticas. Y, todo ello, en el entorno inconmensurable de las ruinas de una batalla que dio pie a una de las represiones más brutales de Europa y que mantuvo a España detenida en el tiempo durante casi cuarenta años.
La Bota de Joan Brossa
En 1988 con motivo del 50 aniversario de la Batalla del Ebro, se inauguró en la Plaza de la Iglesia de Sant Pere, la escultura de Joan Brossa “La Bota.”
“…. Hem de recordar uns fets perquè ningú no torni a calçar aquesta bota. Ja s’hi ha caminat massa ! Les ruïnes quotidianes de Corbera d’Ebre, que l’acompanyen, no haurien de lligar amb l’horitzó de cap mapa democràtic. ….” Brossa
Imagen del Abecedario completado con la obra de poetas y escritores.
Aún sin poder encontrar una solución, los artistas de Corbera d’Ebre estan convencidos que la¥Cultura¥es uno de los pilares para conseguir una sociedad más justa. También la¥Libertad de Expresión¥es imprescindible ya que es uno de los pocos mecanismos que tenemos para intentar cambiar el mundo. La muestra de esta Bienal da fe de que los artistas españoles no cejan en su esfuerzo por cambiar el status quo de nuestros días.
Mural de obras de la IV Bienal.
Tal vez las distintas dimensiones que albergan al movimiento Dada y también las dos terribles guerras: la Primera Mundial y la Civil Española (todavía nos quedaría otra que estallaría muy poco después) así como las Bienales de Arte que se emplazan en el detenido en el tiempo Poble Vell de Corbera d’Ebre, no sean suęcientes para salvaguardar la libertad de expresión y el derecho al Arte Libre, pero desde luego aportan un esfuerzo más para hacer que las intenciones plasmadas en una declaración en 1948, empiecen a hacerse realidad casi siete décadas después.
Es posible que las dimensiones de los mundos paralelos en los que dicen los cientíęcos cuánticos estamos irremediablemente atrapados tengan algo que ver con que en 1948 nacieran también, además de ideas socialmente revolucionarias, artistas visuales tan emblemáticos como: Clido Meireles, Ana Mendieta, Gustavo Vega o César Reglero.
Creo que el espíritu de Dada, aunque ya centenario, permanece en todos aquellos artistas que siguen buscando la forma perfecta que pueda transmitir lo indecible, lo irrepresentable, que se revele ante la injusticia y ante lo que se demostró no está a la altura de las emociones humanas. El manięesto dadaísta, me atrevo a aęrmar, sigue vigente hoy cien años después.
Ser dadaísta signiěca dejarse lanzar por las cosas, estar en contra de cualquier sedimentación, estar sentado en un momento en una silla; signiěca haber puesto la vida en peligro (Mr. Wengs sacó ya el revolver del bolsillo). Entre las manos se desgarra un tejido, bajo cuerda se aěrma una vida que pretende enaltecer mediante la negación. Decir sí – decir no: el impresionante escamoteo de la existencia estimula los nervios del auténtico dadaísta – así se encuentra, así caza,
así anda en bicicleta -, medio Pantagruel, medio San Francisco, riendo y riendo sin cesar. ¡Contra la actitud estético-ética! ¡Contra la anémica abstracción del expresionismo! ¡Contra las teorías reformadoras de los literatos majaderos!¥ Por el dadaísmo en la palabra y en la imagen, por la acción dadaísta en todo el mundo.¥ ¡Estar en contra de este maniěesto signiěca ser un dadaísta!
Firmado por: Tristán Tzara, Franz Jung, George Grosz, Marcel Janco, Richard Huelsenbeck, etc.
La Poesía Visual como englobadora de todo el arte experimental actual es la digna continuadora de Dada y probablemente se mueva junto con las ondas gravitatorias que Einstein predijo – también hace 100 años – y que en estos días los cientíęcos acaban de comprobar, mediante oscuros experimentos, que sí existen y que otorgan a nuestro, hasta ahora mudo universo, un murmullo maravilloso que nos prolonga y nos hace permanecer a través de esas ondas gravitatorias que no distinguen tiempo y espacio, materia y energía. Somos pues, polvo de estrellas atrapado en una matriz espaciotemporal sonora, por eso mismo es hora de celebrar que los artistas, al menos, nos hagamos valederos propagadores de las verdades que intentan cambiar el estado de las cosas. Estamos de acuerdo que cien años no son nada para la humanidad y el arte, pero es necesario que se comience a rescribir una historia plagada de calamidades y engaños. Si la poesía visual, como se ha dicho acertadamente, es poesía porque llega desde la emoción y busca provocar la emoción, porque no vende nada ni se vende a sí misma, estoy segura contribuirá a remover lo anquilosado en el estado del arte. Esfuerzos como la IV Bienal de Corbera d’Ebre son también prueba de que las ondas gravitatorias del universo existen.